Debido a que mi viaje por The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom me llevó a conocer a Obab en el Bosque Kolog, la brújula apuntaba en una dirección inequívoca. Ciudad Goron se encontraba a la vuelta de la esquina, por lo que decidí embarcarme en la aventura de regresar a mi tribu menos preferida de todo el título de Nintendo.
Hace... calor
Sí, el sol achicharra por estas fechas en toda España. Estamos en pleno verano y lo que el cuerpo pide es refrescarse, pero como ya he hecho a lo largo de mis más de 50 horas de partida es renunciar a lo más obvio. Lo natural es acudir a la tribu Zora para darse un chapuzón, pero yo he decidido dirigirme a Ciudad Goron, lugar en el que te achicharras el cuerpo entero si sacas el dedo gordo del pie al sol.
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No tengo un buen recuerdo de esta zona respecto a cuando jugué a Zelda: Breath of the Wild, pero tampoco malo. Pasó sin pena ni gloria, ya que mis mejores sensaciones las vinculo a las Gerudo y a los Orni, pero no puedo evitar mi destino. Es preciso que encuentre el Templo del Fuego, pero los Goron no están precisamente por la labor de echarme un cable.
Tal y como sucedía en el capítulo de Los Simpsons, Deletreo lo más rápido que puedo, los Rocomuslos han terminado por convertir en zombis a todos los habitantes del poblado. Más allá de comer unos costillares que hacen añicos los dientes y de tener las pupilas de cualquier cliente de un after, lo peor es que son unos maleducados. Estafadores sin igual, han dejado de trabajar para Yunobo S. G., la sociedad que ha creado el héroe de la tribu.
Mis recuerdos sobre Yunobo son escasos, por no decir nulos, así que no me sorprende que aparezca con una máscara de luchador de la WWE al más puro Rey Mysterio. Proclama que se debe hacer lo que él ordene y que traerá más Rocomuslos tras hablar con una joven de pelo rubio; ninguna sospecha de que se trata de la princesa Zelda. Antes de lanzarme a la persecución, he de conseguir un atuendo ignífugo.
Caminar por dentro de las cuevas es peor que ir descalzo en una playa de Cádiz a las tres de la tarde, así que decido no escatimar en gastos. Paso de tener algo más de 3.100 rupias a apenas 25 tras comprarme el set completo, pero al menos me ahorro tener que fabricar todo el santo día elixires para resistir el calor infernal.
En Vida Extra
Los detalles del sistema de habilidades de GTA San Andreas son la prueba de que fue y siempre será un juegazo
El Templo del Achicharre
Tras enseñarle a Yunobo quién manda aquí, es momento de perseguir a la Zelda malvada que le ha dado la máscara maldita al jefazo de la empresa. Lo cierto es que los caminos que llevan a los templos de Hyrule son realmente originales y esta vez toca recurrir a una subida épica con raíles hasta lo más alto de la Montaña de la Muerte. Allí es donde aparece Ilvagia, el jefazo que derroto de un plumazo, pero me ha encantado el tener que usar un planeado con varias turbinas mientras lo esquivo en el aire. Genial.
Una vez el trío de cabezas abominable sucumbe, es momento de lanzarse al vacío del cráter para descubrir que el Templo del Fuego está en el Subsuelo. No me esperaba esta localización y teniendo en cuenta que voy a tener que estar entre magma volcánico un par de horas, agradezco ir cubierto con mi ropaje. ¡Hágase la luz!, pienso cuando ilumino con las raíces que me voy topando.
Una vez estoy a las puertas de la estructura de piedra, comienzo a darme cuenta del pequeño infierno que me espera. Tener a Tureli y a Yunobo danzando a mi alrededor puede ser tolerable, pero me va quedando clara una de las mayores quejas sobre Zelda: Tears of the Kingdom. Está muy mal atajado el problema de recurrir a los poderes de los Sabios, ya que no es concecible que haya que acercarse físicamente a cada uno para recurrir a su ayuda.
Si se cruzan entre ellos, puede que actives el poder de otro sin querer, y no siempre están justo a tu alrededor. Una rueda de selección, una combinación de botones, lo que sea con tal de no tener que perseguirlos cada dos por tres; y eso que por ahora solo tengo dos. A falta de conocer los otros dos templos, creo que puedo afirmar que el Templo del Fuego es el equivalente al Templo del Agua en Zelda: Ocarina of Time. Subir y bajar los pisos de los edificios cambiando la dirección de los raíles llega ser cansino, por lo que en alguna que otra ocasión terminé recurriendo a escalar directamente las fachadas.
A lo que recurrí fue a unos mamporros épicos con Gohma Rocoso, el guardián definitivo del Templo del Fuego y al que le cayó una somanta de sopapos para el recuerdo. Es posible que él hiciese que la pantalla de Fin de partida apareciese más veces de las que me gustaría admitir, pero siempre puedo echarle la culpa a la corrupción que me dejó con pocos corazones.
¿Qué respuestas he obtenido tras mi visita a Ciudad Goron? O no he sabido interpretar alguna línea de diálogo o estoy igual que al comienzo. Ya sabía que hay una Zelda fantasmal, el antepasado de Yunobo nos ha dicho lo mismo que escuché en el Templo del Viento y lo único claro es que no tengo demasiadas ganas de volver a Ciudad Goron. He colocado el tick verde en la lista de tareas del juego, pero no creo que esta sea de mis experiencias más recordadas.
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La noticia
Me quedé sin blanca para pasarme el Templo de Fuego en Zelda: Tears of the Kingdom y ahora comprendo la mayor queja sobre Hyrule
fue publicada originalmente en
Vida Extra
por
Juan Sanmartín
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