Los paneles OLED flexibles comenzaron a reclamar su cuota de atención durante el CES de 2018. Desde entonces han pasado ya cinco años, y poco a poco han ido abriéndose paso a codazos en el salpicadero de algunos coches de gama alta y prémium, en el ámbito de la iluminación de espacios, y, por supuesto, también en el mundo de la electrónica de consumo, entre otras áreas en las que las matrices orgánicas flexibles parecen encajar bien.
Los smartphones plegables que hemos analizado hasta ahora nos han demostrado que las pantallas OLED flexibles tienen sentido si aportan valor real. Si tienen un impacto tangible y beneficioso en la experiencia que nos proponen los dispositivos que las incorporan. Esto es, precisamente, lo que le pedimos al monitor de Corsair con matriz OLED flexible que estamos a punto de poner a prueba. Sus especificaciones lo delatan: es una pantalla prémium para juegos. Aun así, va a tener que convencernos de que su panel flexible realmente merece la pena.
Corsair Xeneon Flex 45WQHD240 OLED: especificaciones técnicas
características
panel
OLED WQHD de 45 pulgadas, 10 bits y relación de aspecto 21:9
resolución
3.440 x 1.440 puntos
frecuencia de refresco
240 Hz
tiempo de respuesta
0,03 ms (GtG)
cobertura de color
98,5% del espacio de color DCI-P3
brillo máximo
1.000 nits
relación de contraste
1.500.000:1
hdr
HDR10
sincronización adaptativa
AMD FreeSync Premium y NVIDIA G-SYNC
conectividad
2 x HDMI 2.1, 1 x DisplayPort 1.4, 2 x USB-C DP y 4 x USB-A
precio
2.399,99 euros
Corsair XENEON Flex 45WQHD240 Monitor de Juego - 45 Pulgadas OLED WQHD (3440 × 1440) Monitor Flexible, 240 Hz, Compatible con NVIDIA® G-Sync, AMD FreeSync™ Premium - Negro
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Empezamos en lo más alto: sí, el panel OLED flexible de este monitor tiene sentido
El auténtico corazón de este monitor es, cómo no, su matriz orgánica fabricada por LG Display. Al igual que cualquier otro panel OLED de este fabricante surcoreano, el de este monitor de Corsair es de tipo White OLED. Tiene 45 pulgadas, su relación de aspecto es 21:9, tiene una resolución de 3.440 x 1.440 puntos, y, según Corsair, nos entrega una cobertura del 98,5% del espacio de color DCI-P3. Es evidente que sobre el papel no pinta nada mal, aunque esto no es todo.
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Este monitor tiene una vocación muy marcada de consolidarse como una pantalla prémium para juegos, y su frecuencia de refresco (240 Hz) y su tiempo de respuesta (0,03 ms GtG) lo avalan. También tiene una capacidad máxima de entrega de brillo notable (según Corsair alcanza picos de 1.000 nits), y, como cabe esperar de un panel OLED de calidad, su relación de contraste nativa es sobresaliente (1.500.000:1). Un apunte más que merece la pena que no pasemos por alto: es compatible con las tecnologías de sincronización adaptativa FreeSync Premium de AMD y G-SYNC de NVIDIA.
En cualquier caso, lo que lo hace diferente de la mayor parte de los monitores gaming de gama alta que podemos encontrar actualmente en las tiendas no es nada de lo que acabamos de ver. Su característica diferencial es su matriz orgánica flexible, y, sobre todo, su capacidad de poner en nuestras manos la posibilidad de decidir si queremos utilizarlo como si se tratase de un monitor plano tradicional, o bien como una pantalla con una curvatura máxima de 800R.
La posibilidad de curvar la pantalla a nuestro antojo es una de esas características en las que no reparas hasta que las pruebas por primera vez
La posibilidad de ajustar la curvatura a nuestro antojo, o bien de prescindir de ella, dependiendo del escenario de uso en el que lo estemos utilizando en un momento determinado es algo inédito hasta ahora. Y sí, después de probarlo durante varias horas con herramientas ofimáticas, de creación de contenidos, y, por supuesto, también con juegos, esta prestación nos ha demostrado que tiene sentido. Tiene mucho sentido. Es una de esas características en las que no reparas hasta que la pruebas por primera vez. Y desde ese momento te marca.
La elección de la curvatura es personal, pero, más allá de nuestras preferencias, está condicionada ante todo por la distancia que nos separa del monitor. Lo ideal es que cada usuario pruebe cómo se siente más cómodo, aunque, eso sí, una curvatura más pronunciada suele ofrecernos una mayor inmersión en nuestros juegos. En la siguiente fotografía de detalle podemos ver una de las asas que nos permiten actuar de forma mecánica sobre la superficie del panel tirando suavemente de ellas hacia nosotros. Son retráctiles, por lo que podemos dejarlas ocultas cuando la pantalla ha adquirido la curvatura que nos gusta.
En la siguiente fotografía podemos ver que la peana de este monitor es bastante estilizada, por lo que no ocupa demasiado espacio en nuestro escritorio. Desde luego, es algo que se agradece. Además, es muy sólida y tiene la envergadura adecuada para garantizar que el panel de 45 pulgadas no perderá la estabilidad si por accidente le damos un empujón no demasiado agresivo. Otro detalle que pone encima de la mesa el mimo con el que Corsair ha diseñado esta pantalla es la presencia de un asa adicional que nos ayuda a ajustar con comocidad la altura y la inclinación del panel. Es evidente que esta marca no ha escatimado en asas.
La conectividad de este monitor no es perfecta, pero está a la altura
En lo que se refiere a la conectividad a una pantalla con una vocación prémium tan evidente y por la que Corsair nos pide nada menos que 2.400 euros hay que exigirle. Me parece una buena idea que el pulsador de encendido y apagado, el botón de selección de la entrada, el joystick que nos permite navegar por la interfaz OSD, la salida de auriculares y dos puertos USB en formato A estén fácilmente accesibles en el módulo frontal que podéis ver en la siguiente fotografía.
No obstante, la mayor parte de los conectores están alojados en la parte trasera del pie que se responsabiliza de asegurar la correcta estabilidad del panel. Aquí tenemos dos entradas HDMI 2.1, una DisplayPort 1.4 y una completa dotación de puertos USB en los formatos A y C. No tengo nada importante que objetar, aunque dada la ambición de este monitor y su precio habría sido una buena idea que Corsair integrase en él también una segunda entrada DisplayPort. Y, puestos a pedir, si estos puertos fuesen 2.1 y no 1.4, mejor que mejor. No debemos pasar por alto que las nuevas tarjetas gráficas Radeon RX 7000 de AMD ya incorporan salidas DisplayPort 2.1.
Antes de seguir adelante merece la pena que echemos un vistazo al menú OSD (On Screen Display) que nos permite actuar sobre la calibración y el comportamiento de este monitor. El control con el joystick es razonablemente preciso, y el diseño de esta interfaz es pulcro. Nada que objetar hasta aquí. Además, quien necesite calibrarlo minuciosamente tiene a su disposición un abanico de parámetros muy amplio. Eso sí, vaya por delante que sale bien calibrado de fábrica, por lo que para mejorarlo es necesario utilizar una sonda y un software de ajuste profesional.
Ponemos a prueba su calidad de imagen
Para analizar la calidad de imagen de esta pantalla recurrí a Eizo Monitor Test, una herramienta gratuita muy útil no solo para comprobar cómo resuelve un dispositivo de visualización el color, sino también cuáles son sus ángulos de visión, si su nitidez está a la altura, si la entrega de luz de la matriz es completamente homogénea o si tiene algún píxel defectuoso, entre otras prestaciones.
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La fotografía que podéis ver debajo de estas líneas la tomé utilizando un microscopio digital, y muestra la matriz de subpíxeles WRGB que conforma el panel W-OLED. A diferencia de los monitores con panel LCD, los dispositivos con diodos orgánicos tienen una alta capacidad de dispersión de la luz, por lo que no necesitan que se coloque encima del panel una lámina de dispersión adicional para ofrecernos unos ángulos de visión muy amplios.
La capacidad de reproducción del color del panel OLED de este monitor es sobresaliente. Como hemos visto, Corsair nos promete que nos entrega una cobertura del 98,5% del espacio de color DCI-P3, y es creíble. Uno de los procedimientos que utilizo para revisar la colorimetría que nos proponen los monitores y los televisores consiste en tomar como referencia la pantalla de un iPhone 13 Pro Max, cuyo panel OLED llega a nuestras manos calibrado con una precisión Delta-E
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